No para. El hombre sigue dando de que hablar. Es como una cajita de sorpresas. Ahora resulta que está juntando dinerito "pa la boda religiosa" con la señora Marta Sahagún. Y está bien. Sólo que a raíz de eso nos enteramos que cuando fue presidente de México padecía de un grave trastorno de personalidad, con rasgos narcisistas e histriónicos. Claro, se trata de Vicente Fox. ¿Quién si no? El que muy a su estilo sigue reclamando su derecho a meter la pata a cada rato. El que dijo que era el único mandatario de México que había ganado dos presidencias, la suya y la de Felipe Calderón. Fox, quien, nostálgico en su rancho, sigue sentándose en una silla presidencial, al parecer la misma que se llevó de la residencia oficial de Los Pinos al concluir su mandato. A efectos de la ética periodística, a nadie le debería importar si Fox y su esposa contraen nupcias ante la Iglesia católica. Tampoco si el matrimonio es legal o no. Muy sus gustos. Aparte de que es un asunto privado. La cuestión es que ya en un par de veces se pospuso la ceremonia religiosa porque existía un veto de la Sacra Rota Romana, de cuando le concedió a Fox, en primera instancia, la anulación de su boda con su primera esposa, Lilián de la Concha. Como es sabido, la institución eclesiástica es muy estricta y hace un análisis del óptimo desempeño emocional y sexual del solicitante de una nulidad, para llevar una vida matrimonial bajo los cánones católicos. Y Fox padecÌa serios trastornos psicológicos según detectaron peritos vaticanos. De allí el veto, que le impedía volver a contraer nupcias. La cuestión del vetitum impuesto por el tribunal es de interés público, no porque se trate de Vicente Fox, sino porque la sentencia aborda los serios problemas psicológicos del hombre que gobernó México durante seis años. Y como dijo el senador Ricardo Monreal, el informe del Vaticano es revelador de lo mucho que aconteció el sexenio pasado. "Tuvimos un megalómano como jefe de Estado y nadie lo contuvo", declaró Monreal, quien propuso incorporar a la Constitución un examen de salud mental obligatorio para cargos de representación popular, desde el presidente de la República hasta alcaldes. No es la primera vez que se presenta una iniciativa en ese sentido. Y el causante es el mismo: Vicente Fox. En marzo de 2006, la entonces senadora Dulce MarÌa Sauri planteó que era necesario obligar al acceso público el estado de salud física y mental de un jefe de Estado. Inclusive, dijo que se debía conocer el cuadro de medicamentos que consume un presidente y los efectos que pueden tener en su equilibrio emocional y su desempeño profesional. Por esos días se hizo público que el entonces presidente Fox utilizaba un antidepresivo llamado Prozac. Pero más allá de las versiones de la Iglesia católica y del hecho de que al parecer quien divulgó la especie fue una fuente vaticana, existen muchos testimonios sobre los problemas de personalidad de Fox. Su ex secretario particular en la Presidencia, Arturo Durazo, en su libro Saldos del cambio, reveló que Fox tenía "una frialdad disimulada pero feroz", y que era sentimentalmente inconmovible y distante de sus amigos, incluidos los más cercanos. "Vi un político que no sabía mostrar gratitud ni enojo, que no sabÌa de reciprocidad ni generosidades. Un hombre que no sabía trasmitir el sentido de pertenencia ni inspirar lealtades", escribió Durazo, haciendo honor a su apellido. Según él, la candidez de Fox era una máscara que le permitía ponerse al margen de sospechas en jugadas de doble y triple banda. El hecho es que ahora una fuente vaticana ha balconeado a Fox y él guarda silencio. Sólo declaró que ese informe filtrado era "privadito" y "privadita fue la violación" de sacar a la luz pública ese documento. Que quien violó esa confidencialidad lo llevará en su conciencia. Total, que Fox igual está feliz. Y ahora que estaría superada su incapacidad y levantada la prohibición, sólo espera "que coincidan las estrellas y los astros" para realizar la boda. Y claro, es de cajón‚ para seguir metiendo la pata.