Por Javier Rodríguez*Paraguay supo este año de la verdadera dimensión de un peligro conocido y denunciado en determinados niveles pero nunca presentado como la amenaza más grave enfrentada por la institucionalidad nacional.Los disparos que segaron la vida del periodista Pablo Medina, permanente crítico del crimen organizado en el norte del país, y de su asistente Antonia Almada, en un solitario camino rural del norteño departamento de Canindeyú, marcaron el estallido público de la letal infiltración del narcotráfico en los Poderes del Estado.No se trataba ya del señalamiento de la nación como el segundo mayor productor de marihuana en la región, de acuerdo con estadísticas conocidas a nivel internacional, ni de escándalos esporádicos por la detención de algún traficante o la incautación de cargamentos de drogas listas para su traslado a otros puntos del planeta.Tampoco de alguna que otra acusación a un político o funcionario por sus nexos con figuras connotadas de ese delito casi siempre terminadas en el olvido o también ignoradas por una justicia local llena de interrogantes.La ejecución por sicarios de Medina y Almada fue la gota que colmó el vaso de la indignación nacional y levantó el velo que cubría una realidad de tanta gravedad, extendida mucho más allá de los confines de la ciudad de Ipehjú, sede de buena parte de la producción y exportación de la marihuana hacia el vecino territorio de Brasil.Un oscuro personaje, Vilmar "Neneco" Acosta, intendente (alcalde) de Ipehjú, era la cabeza visible de la mafia, apoyado por toda su familia, incrustada en diferentes cargos de Canindeyú, un ejército de sicarios y relaciones muy estrechas, según las acusaciones divulgadas, con las autoridades policiales y militares del lugar.Era tan poderoso Acosta que había gozado de toda impunidad sobre las acusaciones en su contra ante las desapariciones físicas de varios adversarios y, por ello, al no poder comprar el silencio del periodista Medina, ordenó su eliminación sin sopesar exactamente las consecuencias del hecho.El crimen hizo volver los ojos del país entero hacia las denuncias realizadas durante años por el reportero del diario ABC Color, el cual, junto a otros medios de difusión y organizaciones sociales, comenzó a divulgar el resultado de las investigaciones de Medina y a realizar sus propias averiguaciones.La desaparición de "Neneco" y sus cómplices familiares convenientemente alertados de que cayeron en desgracia y el análisis de lo escrito por Medina, incluyendo una suerte de testamento dejado en su computadora, permitió conocer sobre los tentáculos políticos del narcotráfico en Paraguay.Inicialmente, fueron las informaciones incluidas en las denuncias de Medina acompañadas de comprometedoras fotografías, divulgadas en la prensa, de la diputada Cristina Villalba, protectora política del intendente prófugo, quien, incluso, habló con "Nenecoâ€ó telefónicamente después de la comisión del doble asesinato.Después fueron conociéndose nombres de otros legisladores con vinculaciones con las mafias, algunos ex defensores como abogados de destacados narcotraficantes o receptores de favores económicos a ser pagados después con protección política, de acuerdo con lo informado en el Parlamento y difundido por la prensa.La cadena de sucesos se desató, fueron puestos bajo investigación otros cuatro diputados colorados, un coronel en situación de retiro, el coronel y jefe militar de Ipehjú, así como varios jefes y agentes policiales, pero es secreto a voces la existencia de muchos más complicados en el tenebroso asunto.La aprehensión del chofer de "Neneco", Arnaldo Cabrera, uno de los ejecutores de Medina y Almada, abandonado a su suerte por el jefe, sirve actualmente para una confesión amplia de este personaje que involucra a más personas.A ello se agrega la inédita declaración a la televisión del ministro de la Secretaría Nacional Antidrogas, Luis Rojas, quien admitió sólo confía en dos de sus numerosos agentes en este momento.De todas formas, la lenta marcha de todo el proceso en el ámbito judicial, el deseo expresado del Partido Colorado de desvincularse de responsabilidades por los señalamientos a sus legisladores y funcionarios y la realidad de la casi inexistencia todavía de presos y condenados, siguen colocando como inconclusa la historia del enfrentamiento a la infiltración del narcotráfico en el Estado, el reto mayor para Paraguay en el 2014.* Corresponsal de Prensa Latina en Paraguay.